El trabajo
Trabajar no solo es un medio de lograr el sustento personal y familiar, sino también una forma de darle sentido a nuestra vida, dignidad y una motivación más por la cual vivir.
Nuestras rutinas y estructuras diarias nos van dando un significado a los días que vivimos, hacen que el domingo sea diferente de un lunes, y que las estaciones del año tengan sus eventos y situaciones significativas que nos motivan.
Trabajar nos hace sentirnos útiles, y que somos parte y aporte de una sociedad que convive junta. El trabajo nos da también identidad, se nos conoce por lo que hacemos y por el estilo de vida que conlleva nuestra labor. El trabajo nos permite vincularnos con el mundo y salir de nuestro entorno familiar e íntimo, para comunicarnos con diferentes personas y un sinnúmero de situaciones.
El trabajo motivado puede mover montañas; no así cuando hay desmotivación, entonces la labor se hace dura y compleja.
El trabajo dignifica a las personas, les permite lograr autonomía y satisfacción personal. Hace que nos encontremos en nuestra identidad y nuestras propias motivaciones.
Si hacemos los que nos gusta, lo que es parte de nuestras habilidades y fortalezas, no sólo trabajamos, sino que también nos realizamos.
El trabajo es responsabilidad para con uno mismo y con los demás. Hay que evitar los extremos: la sobrecarga y el estrés elevado, y el mínimo esfuerzo, lleno de tiempos muertos y labores mal realizadas. En ambos lugares habita la angustia, las alteraciones del ánimo y la frustración.
El trabajo es responsabilidad y conciencia, y la responsabilidad consciente es lo único que permite que la libertad esté en cada uno de nosotros.